Entrenar durante una temporada en lugares por encima de 1000 metros sobre el nivel del mar, donde existe una concentración baja de oxígeno, implica rendir mejor cuando volvemos a bajar a niveles de altitud normales en España.
Esto se debe a que valores hematológicos (hemoglobina, hematocrito y eritropoyetina, entre otros) se ven afectados, haciendo que el transporte de oxígeno en sangre mejore y por tanto se incremente el famoso Vo2 máx.
Este tipo de entrenamientos son excelentes para deportes de resistencia especialmente. Es más, yo diría que estos entrenamientos sólo merecen la pena a partir de la distancia del maratón.
Entrenar en altura equivale a realizar entrenamientos aeróbicos puros, entrenamientos en los que se trabaja la resistencia y con ello se acostumbra a nuestro organismo a condiciones donde exista poco oxígeno.
Este tipo de entrenamiento no afecta a todos los por igual, ya que dependiendo de la genética del deportista puede jugar un mayor o menor papel. Pero si se reúnen las condiciones adecuadas, con una semana o diez días de adaptación se deberían empezar a notar los efectos una vez se compita, siempre que no pase mucho tiempo entre estos entrenamientos y el día en el que el se quiere conseguir el objetivo.